Pascual García Aunque ya sé de antemano que me va a decir no, porque ahora no es oportuno, no porque no lo deseemos ambos, pues a veces la...
El próximo jueves, 28 de noviembre se presentará el libro De Samarcanda a La Raya (pensamientos de un escritor presurizado), obra del escritor José Fernández Belmonte, que publica la editorial murciana Tirano Banderas. Será en el local de la Asociación Cultural “La Madriguera”, situado en el Camino Viejo de Orihuela, número 14, en Murcia.
El acto dará comienzo a las 19,30 horas. Acompañarán al autor el escritor y periodista, Antonio Marcelo, y el editor del libro, Paco López Mengual.
La portada, o mejor las portadas, son obras suyas, ¿por qué dos portadas y qué sentido tienen?
Cuando llegó el momento de elegir una portada para el libro decidí buscar entre mis collages, y encontré varios que podrían representar adecuadamente el contenido del libro. Después, los compartí con varios de mis más fieles lectores y hubo un empate técnico entre dos. Al final tuve que ejercer mi voto de calidad y decidí poner mi autorretrato en la portada, y el otro, algo más irreverente y provocador, en lugar de descartarlo, le quise dar también cierto protagonismo, como segunda portada. Pensé que era algo inusual, y por eso lo hice. Lo inusual siempre me ha atraído.
Además, en el propio libro hay ilustraciones suyas, ¿qué relación tienen con el texto?
Sí, las ilustraciones son collages que hago como terapia desde hace 30 años. En mi anterior libro Del bar Josepe al Cielo quise dar protagonismo a mis dibujos a tinta china, y en este he querido compartir, junto a mis relatos y aforismos, a mis collages.
En realidad, los collages no ilustran a los relatos, sino que son relatos en sí mismos. Para mí la plástica y la literatura van de la mano ya que son dos formas de expresión que uso habitualmente.
También cuenta con dos prólogos, ¿qué le ha llevado a elegir a Antonio Marcelo Beltrán y a Soledad Díaz Otero como sus prologuistas?
Antonio Marcelo es el corrector de mis últimos tres libros, y Soledad Díaz Otero es una de mis lectoras alfa. Con los dos comparto sensibilidades culturales y sociales. Antonio me aporta una visión cercana, y Soledad una lectura foránea, desde La Habana. Con dos portadas me quise permitir la libertad, y el lujo, de incluir también dos prólogos. Y dicho y hecho.
¿Qué se encontrará el lector en De Samarcanda a La Raya. Pensamientos de un escritor presurizado?
El lector se enfrentará a una auténtica montaña rusa de emociones. Podrá pasar de la risa al llanto. Viajar en su sofá desde Polonia a México, pasando por Uzbekistán. Permitirse el lujo de revivir las aventuras de Popeye, o adentrarse en la locura de un campo de concentración nazi. Mi deseo es que encuentre valor en una lectura sencilla. Y sobre todo humanidad.
¿Escribe en hoteles, en salas de espera de aeropuertos, en aviones durante sus viajes o estos le sirven de inspiración y al llegar a casa se sienta a escribir?
Pues sí, muchos de ellos están escritos a 12.000 pies de altura. Para mí es algo mágico. En los aviones, sin wifi, rodeado de gente de toda condición, las palabras fluyen y se ordenan de una manera que hasta yo mismo me sorprendo. En los aeropuertos, cuando tengo tiempo, y en los hoteles, también me inspiro la mar de bien. En casa, cuando estoy solo, pongo algo de música viejuna y también disfruto mucho escribiendo; pero en los aviones es otro rollo...
¿Qué ha aprendido en sus viajes a países y culturas tan diferentes que haya aprovechado como escritor y en lo personal?
He aprendido a respetar y valorar hasta las cosas más sencillas. He aprendido a sentirme libre y a desprenderme de prejuicios. También a sentirme útil. De tanto viajr me siento un migrante a tiempo parcial. Como escritor he adquirido conocimiento y sensibilidad. Viajar por más de 50 países me ha convertido en un ser privilegiado, y ese privilegio lo quiero compartir con los demás a través de mis libros.
Sus relatos son tan cortos que los deja casi en los huesos, ¿cómo realiza ese proceso? ¿va quitando texto hasta que lo deja solo en su esencia?
Es algo natural para mí. Como artista plástico siento mucha atracción por el minimalismo. Como comercial que soy, tengo la capacidad de abreviar mi discurso cuando dispongo de poco tiempo, y de alargarlo cuando dispongo de él. En lo personal, me gusta lo concreto y lo directo, tal vez porque aún queda algo dentro de mí del delantero vertiginoso que fui en mis años de futbolista tuercebotas.
En nuestra última entrevista me decía que si tuviera más tiempo tal vez escribiría más novelas, por lo que veo en De Samarcanda a La Raya aún no dispone de ese tiempo para adentrarse en el género que ya trató en Réquiem por un guerrillero olvidado.
Seguro que ya tiene un nuevo proyecto en marcha o en mente, ¿háblenos de él?
Tengo una novela en ciernes. Una novela que me emociona y que me está llevando al límite de mis capacidades. Es una tragicomedia muy humana, loca y divertida. Lo estoy pasando muy bien escribiéndola, tal vez por ello me resisto a ponerle el punto y final. Lo mío con la lectura es puro disfrute.