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Ana García Morenilla es violinista, actualmente imparte clases de violín en los colegios Juan Pablo II y Sagrado Corazón de Chamartín, en Madrid. Actuará en el Concierto de Navidad que organiza este semanario a beneficio de la Asociación Betania, titulado “De Anhelos y Evocaciones”, junto a la soprano Rocío Ruiz y la pianista Carlota Ruiz.
¿Por qué el violín?
Me llamaban la atención los instrumentos más melódicos. Tenía dudas entre el clarinete o el violín. El primer día que estaba apuntándome a coger los horarios, subía Manuel Montiel por las escaleras, mi padre y él eran amigos de toda la vida de la familia, dijo: “vamos a apuntarla con Manolo”. Él fue quien me dio la ilusión por el violín.
¿Qué otros músicos has tenido como referentes en tu carrera?
El profesor con el que me terminé de formar en Madrid, Catalín Bucataru, e Iván Cítera que es pianista y profesor de cámara. Otros profesores que me han marcado, Raúl Bartomeu, o Paloma Piertzchala. Si tengo que decir músicos que me han cambiado mi forma de ver la música, Mauricio Vallina, Yehudi Menuhin o María Dueñas, aunque hay muchísimos más. Y mis compositores favoritos son Bach, Rachmaninoff, Sibelius, Mahler, Schumman o Ravel.
Además de aprender música ¿qué otros aprendizajes te llevaste del conservatorio?
Una enseñanza muy humana, aprendí a escuchar muchísimo. Al final el que hace música eres tú, el que está con el instrumento eres tú y el instrumento es una especie de espejo que refleja lo que eres. Todo el aprendizaje que haces a nivel musical lo haces a nivel personal.
Has estudiado en la Escuela Superior de Música Forum Musikae, pero siempre has ido formándote con otros profesores por tu cuenta.
Eso viene de la necesidad de expandirse. Llega un punto en el necesitas saber más por pura curiosidad, “quiero seguir aprendiendo sobre la técnica o el instrumento”. Es como lo que nos pasa a los artistas, para encontrar nuestra identidad necesitamos coger de muchos sitios.
El papel de los músicos suele ir ligado a la docencia, porque es difícil conseguir dedicarse solo a tocar.
Es imposible. Hay gente que es freelance y va de bolo en bolo, pero es complicado. A mí me gusta mucho la docencia. Luego también puedes ser funcionario en una orquesta, pero es muy complicado entrar. Hay gente que no entra hasta los 40 años, están muchos años haciendo pruebas de orquesta. Sé que no es mi camino porque me he dado cuenta con los años que quizá no es lo mío y voy a tirar más por la rama de la docencia.
¿Descartas tocar en una orquesta?
No lo descarto porque nunca se sabe. Lo puedo elegir en un futuro. Pero es verdad que con mi forma de ser y mi forma de ver la música, me adapto mejor a la enseñanza.
¿Cómo conociste a Carlota y Rocío?
Nos conocimos en “Los animeros”, nuestros padres son amigos. Me hizo ilusión que me pidieran tocar con ellas. Según entiendo la música, la voz es lo que más se acerca a la verdad de la música, porque realmente el instrumento más natural. Construyo mucho mi música intentando parecerme un poco a la voz.
¿Cómo hacéis para preparar un concierto a distancia?
No puedes quedar para ensayar entonces tienes que prepararte tu parte bien. Y luego, tener apertura mental para lo que pueda pasar en los ensayos que vamos a tener la primera semana de Navidad. Tiene como que haber este componente de elasticidad y versatilidad. Va a ser algo inédito, muchas de las obras no son para violín, piano y voz, hemos hecho arreglos.
¿Por qué es interesante que la gente acuda al concierto?
Me parece un prejuicio que utiliza la gente: “no entiendo la música clásica, no la voy a disfrutar”. Lo que hace la música es emocionarte y eso no entiende de razón. Que vayan con la mente abierta, la música clásica es para la gente que quiere emocionarse de verdad.