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Es una de las imágenes más apreciadas y veneradas de Nicolás Salzillo, realizada en el primer cuarto del siglo XVIII
Los trabajos en el Centro de Restauración de la Región identifican los daños internos causados por un fuerte golpe durante la Guerra Civil.
La Comunidad Autónoma ha devuelto hoy a la iglesia de Santa Catalina de Murcia la imagen del Cristo de la Paciencia tras ocho meses de trabajos de rehabilitación realizados en el Centro de Restauración regional.
El Santísimo Cristo de la Paciencia, una devota efigie de Jesús azotado y coronado de espinas, realizada en el primer cuarto del siglo XVIII por Nicolás Salzillo (padre de Francisco Salzillo), cuenta con antigua y nutrida devoción en la iglesia de Santa Catalina y desde 2021 recibe culto como titular de la refundada Cofradía de Ánimas de este templo, en el seno de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Caridad.
El acto de entrega de la pieza restaurada estuvo a cargo de la consejera de Turismo, Cultura, Juventud y Deportes, Carmen Conesa, que destacó el “minucioso y riguroso” trabajo del Centro de Restauración, valoró “la calidad escultórica y la piedad que despierta en Santa Catalina” y destacó el hecho de que, además, cuente con unos cultos específicos, que comenzarán hoy y servirán como presentación pública de la efigie tras su rehabilitación, y concluirán con la salida en procesión el próximo sábado.
El Cristo de la Paciencia no aparentaba exteriormente el mal estado de conservación que interiormente presentaba. La obra se restauró hace décadas y se desconocían los deterioros ocultos por lo que los trabajos de restauración actual se han alargado de cinco a ocho meses.
“Una restauración compleja y laboriosa que ha permitido recuperar una joya del patrimonio escultórico murciano, donde resalta el excelente estado de la policromía original. Es un ejemplo del buen hacer de Nicolás Salzillo, un escultor infravalorado, siempre a la sombra de Nicolás de Bussy y de Francisco Salzillo, que en los últimos años está logrando, a través del estudio y la restauración de su obra, una justa valorización”, explicó Carmen Conesa.
Proceso
La restauración comenzó con un estudio científico de la obra en el que se tomaron muestras para su análisis estratigráfico y se realizó un estudio radiográfico, un examen microscópico de la superficie y los exámenes con luz visible y luz ultravioleta. La obra había sido intervenida hace décadas y se aconsejó eliminar aquella actuación, dado el tiempo y los materiales empleados, ya que los barnices entonces aplicados mostraban ahora un importante grado de oxidación.
En el proceso de eliminación se vio el verdadero estado de conservación de la escultura, oculto hasta ese momento por las aportaciones cromáticas de la anterior restauración, y se identificaron fracturas por un fuerte golpe, posiblemente una caída contra el suelo en los días de la Guerra Civil, en el brazo derecho y en el izquierdo, también una separación del tablón de madera con una gran grieta que recorría todo el lateral del pecho y hombros del Cristo, y que a su vez había hecho que se moviesen las maderas, ocasionando un escalón a la altura de la clavícula derecha.
Al tiempo, tras eliminar las aportaciones cromáticas anteriores, se encontró una buena cantidad de desprendimientos y faltas de estratos en el bloque en el que se sienta la efigie de Cristo, así como en la peana que soporta el conjunto, de la que se han retirado hasta tres capas de oro falso y purpurina.
Por otro lado, es importante subrayar la importante abrasión que presentaban los dos pies de la imagen, con prácticamente toda la policromía barrida como consecuencia de la devoción de los fieles, que suelen pasar la mano por esa zona concreta.
El proceso de intervención comenzó con una limpieza física-química en la que fueron retirados los barnices oxidados y todas las aportaciones cromáticas anteriores, recuperando la policromía original de la obra, en bastante buen estado en el cuerpo del Cristo.
A continuación se procedió a separar los fragmentos del brazo derecho que habían sido mal encolados, rectificando en lo posible los errores de encolado. Igualmente, se consiguió recuperar en más de un 75 por ciento la separación que presentaba el tablón del pecho respecto al resto del torso.
Acabado este proceso, comenzó la fase de encaje de los distintos elementos de madera previamente separados, continuando con la fase de estucado, que sirve para nivelar la superficie para la reintegración cromática diferenciada, finalizando el trabajo con un barnizado final de protección.