Francisco Sandoval/ Arquitecto En estos días del denominado “puente de diciembre”, fecha en la que se publica la edición impresa de estas líneas, se celebra en Caravaca de...
La historia de doña Clara de Mercado es muy interesante, máxime cuando la situación que exponemos es un fiel reflejo de la sociedad en el Cehegín del siglo XVII. Ella venía de Portugal, que por entonces pertenecía a la Corona Hispánica, siendo rey Felipe III, el Piadoso. Es interesante la información que aportamos para poder ofrecer unas pinceladas sobre el proceso que se llevó a cabo contra esta mujer, por comportamiento herético.
El siglo XVII es una época muy compleja que se caracteriza por el fundamentalismo religioso en toda Europa, tanto en el mundo católico como en el protestante. Ciertamente, en este tiempo se vigilaba cada detalle en el comportamiento de la gente, y los propios vecinos eran, en muchas ocasiones, denunciantes.
Muchas de estas denuncias venían dadas por rencillas vecinales, que se aprovechaban para intentar causar el mayor daño posible. Acusaciones por blasfemia, herejía, por ser judaizantes y de otras cosas, no eran raras. Se llevaban a juicio y el tribunal juzgaba, unas veces absolviendo y otras castigando.
En 25 de enero de 1613, el médico portugués Mercado, que estaba entonces en Caravaca, hizo asiento en Cehegín porque, el anterior, el doctor Salvatierra, en contra de las ordenanzas, se despidió y se fue a otra villa prácticamente sin tiempo alguno de aviso al concejo, dejando la población desatendida, por lo que fue necesario buscar un nuevo galeno.
Estaba casado con doña Clara. La única referencia que tenemos de la mujer es precisamente por un problema, y no menor, que se presentó en el año 1625, cuando ya llevaban ambos doce años residiendo en la villa. Un malentendido en una simple conversación la llevó a ser denunciada y luego testificada por el Tribunal del Santo Oficio.
“Doña Clara de Mercado, Portuguessa, muger del Doctor Mercado, portugués, médico, vezino de la villa de Cehegín, fue testificada por dos testigos mugeres mayores de hedad, de que podía auer tres años que estando en una hermita do estaua el Santísimo Sacramento y se çelebrauan los diurnos ofiçios do estaua la rea, y auiendo entrado una muger a quien acompañaua una mora,
la qual mora dejando a la muger en la iglesia se boluió a salir y los testigos y otras que no se acordauan quien era dixeron "mira como aquella mora se sale de la iglesia y no quiere estar en missa" y que a ésta la rea auia dicho déjenla que cada uno se salua en su ley y fue calificada por proposiçión herética.”
Conocemos este proceso de la Inquisición tal y como comenzó, pero no el fin que tuvo y las consecuencias del mismo. Este tipo de procesos se daban periódicamente en el Cehegín del siglo XVII y desde luego tenemos noticias de varios de ellos en este pueblo a través del Fondo de Inquisición del Archivo Histórico Nacional.
En muchos casos quedaban libres después del primer interrogatorio, en otros pasaban a tormento, según la confesión se tomaba una determinación por el Tribunal sobre qué hacer. En los casos de condena a muerte se entregaba a los reos al poder civil, que era quien llevaba a cabo la ejecución de la condena, pues en sí misma, la Inquisición, como tribunal eclesiástico, no podía hacerlo.