Ricardo Bermejo, poeta: "No voy buscando la historia de la literatura ni la vida literaria, sino gozar con lo que hago” 

El extremeño, Ricardo Bermejo, gana el Premio Internacional de Poesía Enrique Ríus Zunón con el poemario Ver volver 

María García Marín

Ricardo Bermejo nació en Badajoz en 1961 aunque reside desde 1977 en San Fernando, Cádiz. Es marino y estudió árabe en Madrid, durante algunos veranos asistió a cursos del idioma a Tánger y Túnez. Ver volver, el poemario con el que ha ganado el Premio Internacional de Poesía Enrique Ríus Zunón, revisita los lugares de su vida.

Ricardo Bermejo escribe poesía “desde que aprendió a coger un lápiz” y ha publicado más de una veintena de títulos entre los que destacan: Delirios conversos, Diva vida, A ras de mundo o Los sitios y los dones. Este no es el único premio que ha ganado a lo largo de su trayectoria, entre otros ha conseguido los premios de poesía Bahía, Espronceda, Arcipreste de Hita, Ateneo Jovellanos o Gerardo Diego. 

El sábado 23 de noviembre tuvo lugar en el Auditorio Municipal de Calasparra la gala donde Ricardo Bermejo recogió el premio diseñado por Begoña Ríus, de manos de la alcaldesa calasparreña, Teresa García. Entre los asistentes a esta gala también estuvieron Antonio Merino, concejal de cultura, los concejales, Nani Sánchez y Juan José López y familiares de Ríus.  

Conversamos con Ricardo Bermejo, un poeta consolidado que no se define como académico pero que ha dedicado toda una vida al ejercicio de la palabra. 

¿Qué significa haber ganado el Premio Internacional de Poesía Enrique Ríus Zunón? 

Murcia es una tierra en la que tengo amigos y donde me han premiado otras veces. En general, los premios son un accidente, un percance. Lo que hago y realmente me gusta es leer y escribir, y lo hago por una necesidad vital, no de otro tipo. Como decía Quevedo, esto es una conversación con los difuntos. Cuando escribo es como si conversara con aquello que he leído. Hay quien dice que siempre estamos escribiendo el mismo libro, yo digo que siempre estamos manteniendo la misma conversación. Si luego ocurre el accidente de que te premien, con su consecuencia de que te publiquen el libro y esa conversación salga a la luz, pues miel sobre hojuelas.  

Hablas de una necesidad vital, ¿por qué escribes poesía? 

Esa es la pregunta a la que casi todos los poetas contestan con un poema suyo. Hay veces que escribes poesía por algo íntimo, otras por algo más genérico que tiene que ver con la comunidad. En el fondo lo que hacemos es dar testimonio del mundo que hemos vivido. No sé para qué escribo realmente si te soy sincero [risas].

Además, he leído tanto esa pregunta y las respuestas que no sabría decirte exactamente por qué escribo. He escrito toda mi vida, y es magia ver una palabra escrita, no solo la caligrafía, sino lo que trasciende. También lo que hay detrás de la palabra, lo que significa, el hecho de combinarla y de que exprese realidades que no se podrían contar de otra manera. 

Hablas de conversar con otros autores, ¿cuáles han sido tus referentes con los que sigues conversando? 

No soy un poeta académico. Al principio sigues las pautas que te marcan en el instituto, pero luego vas indagando. Una vez tienes la base de Machado, Miguel Hernández, García Lorca, Góngora, Quevedo o Garcilaso, empiezas a ampliar el horizonte y te encuentras a Rubén Darío, Neruda, Wislawa Szymborska, Blanca Valera, ahí en Caravaca tenéis a Miguel Sánchez Robles que es amigo mío, Antonio Manilla o Juan Carlos Mestre.  

¿Qué papel juega la métrica en Ver volver? 

Como he dicho no soy académico, no voy buscando la historia de la literatura ni la vida literaria, sino gozar con lo que hago. Esto es como la pintura, hay que dominar ciertas técnicas para luego abstraerse. Predominantemente utilizo el verso blanco, verso libre. En este libro el heptasílabo está combinado con el endecasílabo, esa combinación es una maravilla.  

¿Qué van a encontrar los lectores que se acerquen a Ver volver? 

Es un mapa de los lugares por los que he ido pasando a lo largo de mi vida. Lo encabeza con una cita de Azorín que dice “Vivir es ver volver”. Creo que era Gustavo Adolfo Bécquer el que decía que no se escribía durante los viajes, sino después. Ya sentado en casa, después de haber vivido, ya tengo una edad, echas la vista atrás.

Y como decía la canción de Mercedes Sosa: uno vuelve siempre a los mismos sitios donde amó la vida y entonces comprende cómo están de ausentes las cosas. Es un itinerario moteado de sitios donde he estado, el esqueleto de los poemas son esos lugares. El sentimiento es lo que dice Azorín: Vivir es el volver, echar la vista atrás un poco. 

El ejercicio de escribir es distinto en cada poeta, ¿cómo lo afrontas tú? 

Siempre se ha dicho que el poeta debe llevar siempre la libreta en el bolsillo, me he dado cuenta con los años de que esa libreta a veces se carga demasiado. Si la libreta de los apuntes se ha hecho demasiado extensa, me abruma y verla me quita las ganas. Pero, no obstante, se vuelve, encuentro algo valioso y a partir de eso voy construyendo el poema. 

Has publicado mucho y has sido premiado, pero ¿cómo sabes si lo que escribes es de calidad? 

Hay muchas personas escribiendo y es maravilloso, pero no nos damos cuenta hasta qué punto lo que estamos haciendo tiene un valor. Se consigue con mucha práctica. Si el primer lector de tu poema, que eres tú, no lo siente o no se siente involucrado por el poema ese poema no sirve. Hay personas, quizá uno mismo lo ha hecho, que piensan que un libro es juntar una página sobre otra, y no.

Hay mucha basura, mucho acopio que no va ni una parte. Diría que de veinticinco libros que he publicado me sobran veinte. Lo tengo clarísimo. Pero bueno, es lo que decía antes, es una conversación. En las conversaciones muchas veces se dicen tonterías o se dicen inconveniencias. Lo que tiene importancia también lo tiene que ver el otro. 

Antes de recibir premios para un poeta debe ser difícil saber si sus poemas son buenos.  

Si estamos mirando los premios no solo como un accidente, sino como una manera de medir la calidad de nuestros textos, yo ya te diría: a este mismo premio se han presentado más de setecientos. Seguramente habría 10, 12, 15 o 20 libros muy buenos y que conseguirán premios en cualquier sitio. Lo que determina que te den el premio es un detalle.