Pascual García Aunque ya sé de antemano que me va a decir no, porque ahora no es oportuno, no porque no lo deseemos ambos, pues a veces la...
En la Avenida de los Andenes de Caravaca de la Cruz hay un rincón conquistado por los libros, se trata de la Librería Cervantes. Juana María Marín, más conocida como Juani, y Salva Reina son los libreros que regentan este negocio desde 2015. Este espacio reúne cada semana a un grupo de lectoras llamado Rosas Negras.
El club existe desde octubre de 2016, todo comenzó cuando la asociación contra el cáncer de mama de Caravaca de la Cruz, “Cuenta Conmigo”, de entre todas las actividades que realizaba optó por hacer un taller de lectura y la librería se ofreció a acogerlo. “Cuando terminamos el libro queríamos seguir”, dice la librera. Juani siempre había tenido en mente crear un club, pero reconoce que nunca encontraba el tiempo ni la forma, hasta que esta oportunidad se le presentó.
Así nació Rosas Negras, nombre que tomaron del primer libro que leyeron juntas, una novela de Ginés Cruz. “Le invitamos para que viniera a comentar el libro, ese día le preguntamos si le importaba que le copiaremos el nombre para el club de lectura, encantado dijo que sí”, cuenta Juani.
El club empezó con unas 14 personas y hoy lo componen aproximadamente 30. Aunque todos los que compran el libro no acuden a las reuniones semanales. Por ejemplo, en la actualidad casi todos compran el libro y, dependiendo de la semana, asisten 25 personas o menos; hay semanas en las que a Juani no le da el espacio en la librería para poner sillas y otras en las que las lectoras que asisten se cuentan con la palma de una mano. La afluencia depende de la época del año. “En el grupo hay mucha gente que está, pero casi nunca va, pero el libro siempre se lo compran aunque no se lo lean a la vez”, explica.
La decisión de qué se va a leer no solo recae sobre la librera, sino que también se admiten sugerencias. Según Juani, al principio elegían autores cercanos a los que pudieran invitar a la librería, pero conforme ha ido pasando el tiempo esto les ha dado más igual. “Intentamos leer de todo pero casi siempre son novelas, aunque alguna vez hemos cogido una novela gráfica, el 90% son historias de mujeres”, cuenta Juani.
Rosas Negras lo componen sobre todo mujeres. En la actualidad la única representación masculina en las reuniones es Niki. Niki Marín, de 49 años, se apuntó por casualidad después de visitar la librería y que Juani le comentase que había un club. “Algunas veces lo he pensado, qué curioso ser el único hombre, pero no por mí sino cuando en alguna reunión viene alguna nueva, me pregunto qué pensará”, pero dice que no le ha dado más importancia, considera que son personas que comparten una afición.
Como comenta Niki, la lectura cuando se comparte puede resultar más satisfactoria, Juani coincide: “algunas veces otra persona puede percibir algo que tú no, comentarlo con otra persona abre un mundo y puede parecer a veces que hemos leído libros diferentes aunque sea el mismo”.
Lola Sánchez, de 56 años, lleva en el club desde que comenzó. “Me gusta la variedad de personas que formamos parte del club, cada una tenemos una opinión, una visión diferente sobre un mismo libro. Me gusta que leamos de todo, no me gusta encasillarme en un género”, dice.
Rosas Negras lo conforman mujeres de edades diversas, desde los 24 años hasta los 72, pero lo más común es que ronden los cuarenta años. Considera que pese a las diferencias de edad no son tan distintas, aunque han vivido en épocas diferentes las más mayores pueden verse reflejadas en las más jóvenes y viceversa.
Gloria Rojo de 72 años es la más veterana del club, es de un pueblo de Burgos y, al mudarse a Caravaca de la Cruz, su nuera le recomendó ir a la librería. “Me gusta mucho, así hablo con gente, que si no estoy sola todo el día con mi marido y como somos mayores lo único que hacemos es discutir”, dice entre risas Gloria.
El club de lectura es un lugar de encuentro en el que no solo hablan de libros, “podemos acabar hablando de política, religión o de otros temas de actualidad. El otro día, hablando de un libro ambientado en finales del siglo XIX, lo enlazamos con la situación actual de las mujeres”; también Juani explica que entre los análisis de las lecturas se cuelan pedazos de las vivencias y experiencias que comparten las asistentes.
Los viernes a las ocho de la tarde suele ser el momento en el que este grupo de lectoras se reúne, aunque no es la única actividad que hacen a lo largo del año. En fechas especiales como la Noche de las Ánimas, en respuesta a Halloween, leen leyendas o cuentos de miedo, incluso algunos que Niki ha escrito.
Asimismo, celebran la noche lectora de Navidad, “en Islandia hay una tradición en la que en Nochebuena la gente se regala un libro; como hace mucho frío no salen por ahí de fiesta, la gente se queda en casa leyendo el libro hasta que lo termina junto a la chimenea de madrugada”, explica Juani. Se reúnen un día de la Navidad en el que la mayoría puedan asistir, leen en voz alta y toman chocolate.
Hay veces que con el buen tiempo han ido a leer a la falda del Castillo de Caravaca o han visitado algún pueblo que tenga relación con sus lecturas. María José Corbalán, otra integrante del club, “con las actividades extraordinarias hemos compartido muchos ratos chulos, hay autores que han venido a exponer su libro y te das cuenta de que cada uno leemos un libro diferente”.
Juani ha comenzado otro club de lectura en Navares, una de las pedanías de Caravaca, “las pedanías están un poco alejadas de la cultura de Caravaca y no se hace nada, tengo bastantes conocidos allí, me pareció una buena idea”, comenta que en Navares hay una asociación de mujeres muy activa y piensa que podría empezar por ahí.
Rosas Negras es un grupo que comparte el amor por la lectura, la conversación y la cultura, en el que gracias a los libros se han forjado amistades entre personas que de no ser por la literatura nunca se habrían encontrado.